Lo que subyace

Algo no anda bien ahí abajo

Black Salt Games es un estudio de reciente creación con base en Nueva Zelanda formado por tan solo cuatro personas, y el responsable de uno de los títulos más interesantes de 2023. De forma simple, Dredge se puede describir como un juego de pesca y gestión ambientado en un misterioso archipiélago en el que nuestro protagonista aparece sin saber muy bien cómo. Nuestro barco ha quedado destrozado y tendremos que pagar el préstamo por el rescate a las buenas gentes de Vértebra Mayor, el pueblo pesquero que nos acoge tras el accidente.

Para saldar la deuda, el alcalde del lugar nos presta una pequeña embarcación con la que podamos pescar y vender en la lonja, recuperar pequeñas baratijas del fondo del océano y hacer algún que otro favor a los vecinos de la zona. ¿El problema? Por las noches las islas se ven envueltas en una espesa niebla negra que a su vez encierra todo tipo de horrores desconocidos. Teniendo esto en cuenta, y en un primer momento, podemos dedicarnos simplemente a pescar durante el día y destinar las noches a dormir plácidamente, o bien emprender incursiones progresivas en esa negrura para intentar desentrañar sus misterios. Lamentablemente, aunque elijamos la opción segura, incluso la pesca diurna nos irá arrojando a la cara pequeñas aberraciones procedentes del fondo del mar. Porque algo no anda bien ahí abajo.

Dregde, por tanto, es un juego sobre pesca, gestión del tiempo y exploración marítima pero también apela a una sensibilidad tan antigua y a la vez tan vigente como la atracción por el reverso monstruoso del mundo. La fascinación por ese caos amorfo que se articula en oposición al orden natural de las cosas; la atracción por lo oculto, lo sumergido, lo extraño y lo salvaje. Esta dualidad entre la adscripción a la normalidad del mundo conocido y la monstruificación de lo desconocido es muy antigua. De otredades ya escribió Heródoto en sus viajes, concibiendo la otredad, todo aquello que queda fuera de los límites culturales, lingüísticos y geográficos propios, como algo barbárico o perverso. Dredge representa esta idea a la perfección. Cuanto más nos alejamos de los puertos conocidos, más terrible e inexplicable nos parece todo. Su propuesta es tan sólida y se entiende tan bien porque responde a una intuición universal: a más distancia, más extrañamiento y peligro; y porque se articula mediante pares de opuestos: el día y la noche, la superficie y lo sumergido, la tierra y el mar, lo normal y lo monstruoso.

La progresión en el juego está muy equilibrada y todas las actividades se retroalimentan entre sí. La pesca y la exploración nos reportan dinero y materiales con los que poder mejorar el barco y, de este modo, poder navegar más rápido y más lejos, haciendo una gestión más eficiente del ciclo día y noche. Los límites del mundo conocido se van expandiendo progresivamente a través del viaje, la pesca y la exploración. Una progresión concéntrica y circular, como las ondas que genera la piedra en la superficie del agua al atravesarla.

En Dredge el mar no es un elemento accesorio a nuestro servicio, o un espacio de tránsito de un lugar a otro; aquí el mar es presencia constante e ineludible. Esta circunstancia, junto a los horrores que alberga, remite al concepto, compartido por numerosas culturas y tradiciones, del mar como símbolo de estados transitorios entre los posibles informales y las realidad formales. Una especie de caldo de cultivo ambivalente de potencialidades sin forma que solo se materializan cuando emergen de él, cuando tocan tierra o aire. Precisamente, el propio catálogo de especies marinas de Dredge traza una clara línea de separación entre las realidades formales y las posibilidades aberrantes. Cada criatura normal cuenta con una o varias versiones corrompidas, alteraciones del orden natural de su fisonomía. De nuevo, la dicotomía entre la realidad conocida, normal y civilizada frente al distanciamiento de la misma a base de encarnaciones monstruosas.

Dredge funciona porque apunta, como apuntan todas estas nociones tan antiguas, al origen del terror, que no es más que todo aquello que queda fuera de los límites de lo conocido y lo probable; y el terror, que es simultáneamente una intuición y una construcción y establece diferencias entre lo familiar y lo extraño, es una modalidad de relato esencial para reflexionar sobre nosotros mismos a través de la imagen deformada que nos devuelve su espejo.

Artículo publicado originalmente el 12 de junio de 2023

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